Todo Comienza con un Encuentro

...cuando aquellas mujeres y varones judíos del siglo I entraron en contacto con ese predicador itinerante llamado Jesús de Nazaret aclamado por unos y despreciado por otros.

Su anuncio hacía hincapié en que la salvación viene de Dios, pero no de un Dios inventado a nuestro gusto, sino El Dios -YHWH que anima a los marginados, incluso si son pecadores, pues todos estamos llamados a la conversión, y a iniciar un proceso de cambio: “el reinado de Dios”.

Jesús explicó esta buena noticia con parábolas orales y con gestos humanizadores, se sentó a la mesa con los que se consideraban pecadores, sanaba los sufrimientos corporales y espirituales de la gente, criticaba con audacia a quienes se sentían “autoridad”.

A su alrededor se fueron reuniendo varones y mujeres que seguirían sus pasos deseando compartir esfuerzos en nombre de ese Proyecto “reinado de Dios”.

Al cabo de cierto tiempo fue rechazado por algunos: la mayoría de los jefes religiosos de su propia religión, quienes se dieron maña para que las autoridades romanas lo encarcelaran, lo torturaran y ejecutaran públicamente.

De inmediato sus discípulos se dispersaron por el miedo, pero luego “de tres días” se empezaron a reunir nuevamente sintiendo que Jesús mismo los perdonaba regalándoles LA PAZ, que estaba vivo en medio de ellos, aunque de una manera diferente, y así empezaron a proclamar: “¡Dios lo resucitó!”.

Se los veía convencidos de haber heredado Su mismo Espíritu para sanar las penas y seguir gestando “el reinado de Dios”.

Predicaron esta Buena Noticia (Evangelio) y sufrieron por ello. Buscaban expresar cada vez mejor lo que Jesús significaba en sus vidas y recordaban sus enseñanzas como las de un Viviente en medio de ellos. Releyeron las Sagradas Escrituras que tenían a mano, para interpretarlo mejor y redescubrieron la promesa divina del Mesías expresada en símbolos literarios como “el Hijo del Hombre”, “el hijo de David”, “el Siervo Sufriente”; “el Hijo de Dios”, “la Sabiduría divina” etc.; así fueron intuyendo que el estilo de vida de Jesús y su injusta muerte en cruz daban un nuevo sentido a todos esos títulos.

En los años 40-50 del primer siglo se propagaron por todo el mundo mediterráneo comunidades creyentes en esta Presencia Transformadora de Jesús el Cristo. Algunos de sus miembros tomaron la pluma para poner por escrito cómo iban entendiendo a Jesús y algunos recuerdos de quienes lo conocieron pero cada uno los interpretaba según sus propios contextos culturales y según las experiencias comunitarias que les tocaba vivir.

Se sentían profesando una misma fe, auque la expresaran de maneras distintas. El sentido común y el discernimiento de aquellas primeras comunidades fue reuniendo algunos escritos y dejando de lado otros... así se formaron las Escrituras Cristianas que todavía hoy leemos y meditamos para seguir aprendiendo a descubrir a Jesucristo Presente y continuar construyendo en diálogos comunitarios Su Proyecto Humanizador.

Es por todo esto que seguimos avanzando, sin olvidarnos que todo comienza con un encuentro...

(inspirado en Elizabeth Jonson, “La cristología hoy.

Olas de renovación en el acceso a Jesús”. Sal Terrae.2003)